En la última reunión que tuvimos platicamos acerca de las cosas que
necesitábamos reorganizar, desechar y planear para tener una lista de
pendientes cuya solución no sólo nos son necesarias para seguir avanzando en
nuestro proyecto, si no que, además, traen consigo nuevas tareas, inquietudes
y, sobre todo, preguntas. Una de ellas se refiere a dar razón de los motivos
para rodar nuestra siguiente producción, y qué lio. Siempre parece que uno
tiene las cosas claras hasta que alguien te pide que se las expliques, entonces
caes en cuenta de que realmente no entiendes cabalmente cual es el motivo de
seguir en determinado rumbo. Cuando eso pasa, cuando pierdes el rumbo, entonces
es menester explicarse porque vamos en esa particular dirección, si el camino
nos a aclarado las cosas o quizá es necesario corregir el rumbo. Al principio
te niegas a darle solución a estas preguntas por que invariablemente enfrenta
tus decisiones contra lo que en otros planos debería ser lo correcto.
Sabes que no puedes darle largas toda la vida, así que te pones a buscar esa
explicación, repasar el rumbo y ensayar tu carta personal de motivos. Al final
quizá todavía queden algunas preguntas, pero algo podremos decir respecto de
los motivos y los rumbos, y que complementa aquella pasada publicación donde
contábamos que nunca habíamos querido ser realizadores, aunque en realidad
siempre habíamos querido hacer una película, pero nunca nos habíamos permitido
ser francos al respecto, y para cuando nos decidimos, aunque fuera mitad en
broma, estábamos intentando aprender a producir con las personas equivocadas.
Éramos muy jóvenes, y no había, en nuestros círculos sociales de aquellos
entonces, uno con quien compartiéramos temas o gustos cinematográficos. Fue
solo hasta que coincidimos en la universidad que nuestros proyectos personales
comenzaron a ver salida, y es que la realización audiovisual es un trabajo
colectivo que demanda la participación de un grupo entregado, desde el comienzo
y hasta el final, a esa producción en la que se han embarcado, no hay otra
forma de hacerlo. Ya lo habíamos comentado con anterioridad: el entusiasmo es
buen motor de arranque, pero mala guía. Los entusiastas sin brújula no llegan
muy lejos.
Esa guía de la que hablamos no es el gusto por contar historias, esa
brújula no es la voluntad del realizador; al entusiasmo del principiante le
hace falta oficio, al oficio voluntad, y a la voluntad un propósito. Sin un
propósito no hay dirección, y sin ella, no es claro a qué lugar queremos
llegar. ¿Cuál es el caso de contar una historia que no se sabe a bien a dónde
nos lleva? Puede ser que estemos trabajando en una película bajo contrato, en
esas circunstancias, un realizador menor se conformará con contar la historia y
tratará de entregar los mejores valores de producción con el presupuesto que le
asignen, aunque su película sólo sea un conglomerado de anécdotas. Los
realizadores comprometidos con el oficio buscarán el propósito de ese guion y
lo dotarán de vida, y casi –casi- no importará si el guion es malo, pues
teniendo un propósito se tiene un lugar a donde llegar, se tiene rumbo.
Esto no quiere decir que uno como realizador este obligado a aceptar
guiones malos y dotarlos de propósitos. Uno siempre puede elegir con quien
trabajar, con qué materiales e ideas. Pero si aceptas y tomas un mal guion
procura encontrarle un propósito para que ese proyecto no se vuelva un infierno
sin pies ni cabeza. Tiene que ser, en la medida de lo posible, algo personal.
“Si te vas, déjame una lana”
tenía el propósito utilitario de sacarnos adelante en la universidad, el
propósito personal era hablar de nuestras ganas de hacer películas. Nosotros no
éramos el protagonista, aquel joven desorientado buscando como gastar los días,
no. Nosotros éramos Maru y Matías, haciendo películas de a dos –uno llevaba la
cámara y el otro el sonido- trabajando a escondidas para no responder a otro
propósito si no al personal. Y “Materiales para resistir la realidad” habla de
aquellas historietas de nuestra primera juventud, el Gallito comics, y al
hablar de ello, hablábamos también de la importancia de hablar, de buscar
sentidos, de hacer aquello en lo que uno cree, porque es lo que ha sacado
adelante las producciones imperdonables durante tanto tiempo.
Ahora mismo estamos buscando responder cuál es el motivo del equipo
para embarcarse en un nuevo proyecto, vamos dando tumbos entre las razones
cinematográficas y las personales, buscamos rumbo y propósito, pues.
Ya les contaremos a dónde queremos llegar…
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