Pensar concluyentemente.

Apenas nos sentamos a releer la última entrega de las reflexiones sobre Think in english pensando en lo que sigue dentro de la revisión de nuestro breve y esporádico haber audiovisual. El proyecto de Victor tenía un fin enteramente pedagógico, era una historia con cierta moraleja que cojeaba por que permitimos que su naturaleza didáctica delimitara la forma en que abordaríamos cada uno de los capítulos que la conforman. Con esto en mente, surge la pregunta: ¿existe un cine didáctico?
Nos gustaría charlar con algunos camaradas de la realización audiovisual para ahondar más en este tema, antes de eso, exponemos un par de conclusiones acerca de el quehacer dentro de la producción de audiovisuales cuyo objetivo es la enseñanza.
El cine habla de nosotros, de quienes somos, a dónde vamos, cuáles son las cosas que amamos, cuáles las que nos intrigan, nos mueven, nos sacuden hasta el cambio. En ese aspecto, los materiales didácticos adolecen de límites temáticos, académicos y de tiempo, deben ser muy concretos, no hay espacio para interpretaciones erróneas.. Es por ello que, las producciones audiovisuales cuyo fin es enseñar, son demasiado generales, lineales e incluso aburridas. ¿De dónde, pues, esta necia, imperiosa necesidad de realizar estos vídeos? De la naturaleza misma del niño: Aprendemos mejor de la vivencia que de lo enteramente académico, es por ello que las historias didácticas tienen ese tratamiento cotidiano, buscan ser reflejo de quien se acerca a estas historias, pero siempre con una moraleja, una enseñanza clara entre sus líneas. Think in english quería ser eso, una lección. Desde esta perspectiva, nuestro guión cojeaba no por la historia en si, si no por la manera en que la abordamos: buscábamos ser intrépidos, que los diálogos fueran ingeniosos en lugar de ocuparnos de la vida de los personajes. Al revisar este material -siete años después- y confrontar el sentido didáctico que fue punto de arranque de este proyecto contra la historia terminada, encontramos ese "algo" que necesitaba nuestro guión, ese algo de lo que ahora escribimos. Supimos cabalmente como debimos contar esta historia y, principalmente, cómo debimos terminarla: Las historias de los cortos que conforman "Think in English" se cruzan, pero realmente no se tocan. La chica que se niega a probar el cigarro es hija del hombre que el violento ladrón apuñala en el camión, pero después del primer acto no volvemos a hablar de él. El momento adecuado para mencionarlo era cuando las chicas se encuentran, así, no sólo tocábamos el tema social que estábamos abordando, si no que también podíamos hablar de el padre fallecido, ¡era nuestra oportunidad para conocer el estado de ánimo de la hija y sus motivos para no aceptar el cigarro que la amiga le ofrece! Más adelante, en la escena del castigo, el auto que atropella al ladrón debió ser el mismo que conduce el narcomenudista que interpreta Oscar González. El vendedor huye, en la calle quedan los dos ladrones, uno de ellos ver al accidentado, pero en nuestro guión falta un testigo clave: la hija, que también tuvo que estar ahí, en la calle donde ocurre el percance, para redondear esta historia. La hija se acerca, trata de consolar al herido, no sabe que es el hombre que apuñalo al padre, pero ve la bolsa que el ladrón robó del auto, y lo reconoce, pertenece a la madre de la joven... queda extrañada, toma el bolso y se va... 
Son cambios pequeños, pero que juntan las tres historias y le dan vida, forma y figura. Ahora sabemos por que, al final de todo, el sentido didáctico que algunas aulas persiguen en el cine lo encuentran en las películas que no tienen nada que ver con la pedagogía, pues las historias que cuentan calan hondo en nosotros por ese sentido humano que tienen, por esa vida que es donde, como ya lo habíamos escrito líneas antes, se aprenden las grandes lecciones.


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