Hace algún
tiempo, fuimos invitados a exhibir un par de cortos por un colectivo de
realizadores audiovisuales llamado Muestra de cortometrajes 1910. Asistimos a
un par de presentaciones, pero una de ellas, en Xochimilco, nos quedó muy
presente. Al final de la exhibición, teníamos oportunidad de intercambiar ideas
con el público, lo cual siempre resulta muy enriquecedor. En aquella ocasión,
los muchachos –la mayoría de la audiencia era muy joven- formulaban preguntas
acerca del proceso creativo de los realizadores presentes, sus referencias,
pero la pregunta más difícil de responder era: ¿Cuál es tu siguiente proyecto?
Uno pensaría
que la respuestas serían ambiciosas, con cierta épica perspectiva y llena de
detalles grandiosos o grandilocuentes, pero la gran sorpresa era que más de la
mitad de los realizadores ahí presentes no pensaba en sacar adelante un
largometraje, antes todo lo contrario. Poco después, nos enteramos que muchos
de sus trabajos o proyectos habían sido rechazados en repetidas ocasiones por
festivales, instancias culturales e iniciativas privadas. Se encontraban a
mitad del conflicto entre ceder sus convicciones en aras de conseguir apoyos, o
seguir neceando y retirarse a buscar financiamiento o proyección en otros
sitios, pero mientras eso sucedía, simplemente no había proyecto en puerta.
Y era, hasta cierto punto,
comprensible. Por esos años, la desaceleración económica había hecho mella en
nuestras capacidades de producción, era de suponer que aquellos muchachos no
estaban mejor que nosotros. Sin embargo, no los entendíamos del todo, y
viceversa.
El panorama de la industria
cinematográfica nacional era gris, hoy día no se ve claro. Uno no sabe que rumbo tomar o que esperar.
Pero lo importante es seguir.
Es decir: Miles de proyectos iban
lento, muy lento. Más aún por que nos hemos resistido, realizadores, a aprender
a producir sobre las bases de que el cine es una industria cultural. Nacido
como espectáculo, pero con espíritu y fuerza para trascender. El cine vive en esa marcada
ambivalencia, condenado por las cifras,
maniatado a unas leyes de distribución que complica las exhibiciones. Todas
estas cosas parecieran estar planeadas para doblegar la voluntad de los noveles
realizadores. Muchos se desencantan y cambian de rumbo, otros insiten, pero en
otros paises. Nosotros mismos buscamos alternativas que se alejaban
perpendicularmente de la producción de cortometrajes, por eso entendemos el
ánimo de los realizadores en aquella presentación. A veces, toparse con tantos
muros burocráticos lo hacen a uno sentirse como Sísifo, llegamos muy lejos,
subimos alto, solo para ver caer la pesada piedra que subimos a cuesta.
Pero, también hay que decirlo, muchas veces esa roca de Sísifo es puro orgullo, pero de ese que estorba, que te hace pensar que te mereces algo por el simple hecho de que lo estas pidiendo sin poner más esfuerzo que llenar una solicitud. A veces eso basta, pero tener apoyos de buenas a primeras es pura suerte de principiante y no rigor de oficio.
Pero, también hay que decirlo, muchas veces esa roca de Sísifo es puro orgullo, pero de ese que estorba, que te hace pensar que te mereces algo por el simple hecho de que lo estas pidiendo sin poner más esfuerzo que llenar una solicitud. A veces eso basta, pero tener apoyos de buenas a primeras es pura suerte de principiante y no rigor de oficio.
Camarada, amigo, realizador, bien sabemos que a veces unos insiste, a veces
uno falla, y la roca cae de nuevo. Lo importante, ya lo dijimos, es seguir
adelante.
Poner atención.
Porque a veces, el malefico
obstáculo, el trágico hoyo donde uno resbala, resulta que, la mayoría de las veces, es el mismo desde el
principio.
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