La apariencia embrionaria se guardaba en mochilas

Y se gestaba durante la huelga de febrero casi marzo del 2002, y hago mención de ello pues en la historia se encuentra cierta medio-velada información que nos dice más acerca de los lugares, las cosas y las personas en aquellos días que la información que puede proporcionarnos la actual apariencia o pertinencia oportuna de este que se deja ver u oír o solamente tener noticias. Pues es febrero casi marzo y la escuela cerrada y el hastío temprano de la no-acción propiciada por cierto desencanto hacia la cotidianidad y los días de labor oficinista y liquidada a la semana y hecha polvo y recuerdo en el cine o en la librería o en la pequeña cantina allá por el tianguis del chopo los sábados en la mañana (…) Ahora me permito hacer un breve parentesis (el hecho de hacer mención de la etílica bebida no es signo de historia chelera ni nada por el estilo, es una forma de contextualizar las aquellas circunstancias que dan inicio formal a este proyecto)

El inicio Formal


A decir verdad, no puedo arrancar formalmente, es decir, este espacio esta creado como medida y/o medio de liberación de la carga a veces teórica otras emocional de este elegido oficio. Y a manera de ensayo –todo esto es un interminable ensayo- escribo, esta vez algo de historia que tiene un punto de inicio como una inquietud de 17 años en tiempos distintos que se sincronizan en aquellos días de invierno-primavera de 2002. Y más o menos ocurre de esta forma:

Había seis muchachos formando equipo para cursar la materia “Producción de Audiovisuales” que, en ese entonces, era parte de la currícula académica de la carrera de Diseño de la Comunicación Gráfica en la Universidad Autónoma Metropolitana, allá en la delegación Azcapotzalco D.F. Como equipo bien pudimos ser un fiasco, pues, a excepción de algunas combinaciones anteriores, no habíamos trabajado juntos. Éramos Benjamín García, Margarita Galeana, Diana Osorno, Porfirio Terán, Hilarino Gómez y quien esto escribe. Producción de Audiovisuales era una materia consistente en desarrollar presentaciones audiovisuales con diapositivas en un proyector y un audio casete con registro de pulsos. Para comenzar el trimestre se vino una huelga que nos lanzó a la inactividad apenas tres semanas después de haber comenzado, lo cuál supone cierto tiempo libre para organizarse mejor y poder hacer el trabajo ya pendiente lo mejor posible… pero no sería así, idiosincrasia nacional o no, el trabajo lo dejamos hasta cuando ya mero abrirían la escuela, como quizá desde ya supones, pero no es eso algo de lo que quiera escribir ahora, no, quiero escribir acerca de aquel sábado en que nos encontramos en casa de un amigo que nada tenía que ver con el equipo, pero que vivía solo y nos daba chance de ir a su casa a trabajar o nomás a juntarnos para charlar o beber o fumar; para decidir el nombre que nuestro equipo portaría, y después de barajar cosas tan absurdas como “relaciones disonantes” y algunas otras que ya no recuerdo, alguien dijo: “llamémonos Los Imperdonables…

Y todos estuvimos de acuerdo.

Como Los Imperdonables desarrollamos una especie de clip de música con “Santo y Lunave” de Los Ezquisitos, un poema para una chica interés del compañero Hilarino, y como trabajo final una aproximación al video en la forma de un documental acerca de Pepe Quintero y en especial de Buba. Tal documental estaba lleno de errores –algunos son horrores- pero que en conjunto nos lanzaron a este lugar, en este momento. Y para bene-placito de la memoria, aquí esta dicho documental, el cual llamamos “Historietas Hijas de su madre”…


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